El Próximo Purvis Short

11/01/2011

 

Monta Ellis es eléctrico, dribla hacia derecha e izquierda, penetra con rapidez y suele soltar una bandeja bombeada con la derecha. Eso, cuando no la mete con fuerza para abajo. Y sus compañeros de Golden State Warriors no se avergüenzan de ello para nada. Mientras tanto, en Houston, Kevin Martin sale de un bloqueo a alta velocidad y deja uno de esos extraños tiros desde 4 o 5 metros tan característicos de su repertorio habitual. Esos que te hacen preguntar si es que simplemente el guard de los Rockets ignora a toda esa gente del staff técnico que tratan de aplicar sistemas ofensivos sobre el parqué. Al mismo tiempo, siguiendo en el Western pero mucho más cerca del mar, Eric Gordon no solo mete balones dentro a Blake Griffin en los Clippers, sino que, muy a menudo, se une a las juergas de los Clips mediante tiros continuos desde lejos o entradas forzadas a canasta, pudiendo incluso posterizar a quien se encuentre en medio.

Monta Ellis. Candidato #1 a ser El Próximo Purvis Short

Todos, Ellis (25.2ppg), Martin (23.2ppg) y Gordon (23.5ppg), son los máximos anotadores de sus equipos. Todos, Ellis, Martin y Gordon, juegan con sus propios y únicos estilos de baloncesto, buscando (y encontrando) continuamente maneras de poner el balón dentro del aro, estando los tres en el exclusivo club que es el de los 11 máximos anotadores de la NBA en esta temporada. Y todos, Ellis, Martin y Gordon, militan en equipos de la Conferencia Oeste que, más que probablemente, se perderán los playoffs. Y aunque nadie se propone convertirse en El Próximo Purvis Short, todos (Ellis, Martin y Gordon) van camino de conseguirlo.

¿Que quién es Purvis Short? Ok, no pasa nada. Incluso algunos de los fans con más dedicación a la causa NBA oyen su nombre e inmediatamente dejan la mirada en blanco. Short fue uno de los mejores anotadores de su tiempo, metiendo canastas de todas las formas y colores durante toda su carrera que, de 1978 al 1990, no fue precisamente corta ni remotamente lejana a nuestro tiempo. De hecho, Short promedió unos impresionantes 28.0ppg durante la temporada 1984-85 y 25.5ppg en la siguiente.  Y aún así, probablemente jamás hayas escuchado nada de él.

Kevin Martin. Candidato #2 a ser El Próximo Purvis Short

Eso sucede porque Short jugó la gran mayoría de sus años de profesional en los Warriors, equipo que nunca en aquella época ni se acercó ligeramente a los playoffs. Como Ellis, Martin y Gordon, el juego de Purvis Short también careció de estilo y sentido del colectivo y, aunque catalogado como small forward, su ubicación en la pista jamás estuvo demasiado clara. Short era un anotador, eso es todo. No defendía demasiado, ni cogía rebotes y raramente creaba situaciones para que otros compañeros se beneficiaran de sus acciones. ¿Os suena?

Si uno sigue a Monta Ellis, Kevin Martin o Eric Gordon, entonces la respuesta es sí. Los tres son anotadores de élite, pero… ¿realmente pertenecen a la élite de la Liga?. Vaya por delante que no es intención de este post cargarse a estos tres nombres. En realidad, justo lo contrario. Todos ellos son de alguna manera realmente divertidos de ver jugar. Todos luchan duro y quieren ganar. Y como sucedió con Short, los tres son el tipo de jugador que muchos de los equipos ganadores de la NBA desearían tener. En serio, imaginemos por ejemplo a Ellis en los Knicks, Martin en los Bulls o Gordon en cualquier otro equipo que no sean los Clippers. No anotarían tanto, eso seguro,  pero su sola presencia y actuación individual podría poner a un buen equipo al nivel del mejor.

Eric Gordon. Candidato #3 a ser El Próximo Purvis Short

Pero lo saben los GM’s de las 30 franquicias de la NBA, contratar a este tipo de jugadores no es tarea fácil porque en realidad son, normalmente, los jugadores que sus franquicias más valoran, tanto por sus números sobre la pista como en términos de marketing para los mercados donde se ubican. Así que, hasta que esto no suceda, todos, Ellis, Martin y Gordon, puede que acaben siendo poco más que El Próximo Purvis Short. Y no es que esto último sea nada malo, pero sirva el ejemplo para ver que quizá no sea algo por lo que sean recordados.


Bulls’96 v Heat’10: El Talento No Es Suficiente

14/10/2010

 

Empecemos por el final: es obvio que los Miami Heat tienen talento suficiente como para igualar (o superar) el record de victorias en una regular season (72) que mantienen los Chicago Bulls de la temporada 1995-96. El trío James – Wade – Bosh puede ser tan potente como cualquiera en la historia de la NBA. Pero llegar a un balance 72 – 10 (o superarlo) como aquel requiere algo más que talento. Necesita también de toneladas de otras cualidades, como salud, generosidad, dureza (tanto mental como física), determinación y una pequeña dosis de suerte. Un equipo que reúna todos estos atributos tiene la oportunidad de hacer historia. Pero solo la oportunidad.

Así que lo inteligente sería poner nuestro dinero en que estos Miami Heat no van a entrar en los libros de los records de la Liga, aunque solo sea por el muy pequeño margen de error que tienen los de Florida. Pero no solo es eso. Hubo también un conjunto de circunstancias que hicieron de aquellos Bulls un equipo tan dominante, ahora hace 15 años. Muchas de ellas, no corren ahora a favor de Miami. Veamos cuáles son:

Por números: El mejor equipo y ¿el mejor trío? de todos los tiempos

EXPECTATIVAS: Justo desde el momento del infame (por las formas) anuncio de LeBron James de “llevar sus talentos hacia South Beach” (sic) surgieron especulaciones sobre no solo que los Heat podían llegar a ser los mejores, sino los mejores de siempre. Pueden ser una dinastía instantánea? Cuántos anillos ganarán? Qué records romperán?… y así más y más preguntas. Evidentemente, cuando en su reciente visita a Barcelona, el Comisionado David Stern dijo que en esta próxima temporada veremos en la NBA “el mejor baloncesto jamás jugado”, no se estaba refiriendo a los Timberwolves. Así que los Heat deben saber llevar unas grandes expectativas de perfección desde el día número 1, y esto puede pesar, y mucho, en el equipo.

Aquellos Bulls no debían preocuparse por alcanzar ningún nivel de expectativa cuando empezaron el training camp en el otoño de 1995. Puede sonar extraño a día de hoy, pero por aquel entonces, de hecho, nadie esperaba que Michael Jordan & Co fueran a ser tan dominantes. En realidad, era difícil saber qué había que esperar. Los tattoos y excentricidades de Dennis Rodman acababan de llegar al vestuario después de una temporada de extraño comportamiento en San Antonio, con aquel episodio inolvidable de sacarse las zapatillas durante un tiempo muerto en medio de un partido incluido. Había serias dudas de si realmente El Gusano era la pieza que faltaba en esos Bulls o más bien un experimento que podía explotar en la misma cara de Phil Jackson.

Además estaba el propio Jordan, que acababa de volver a la NBA después de aquel corto pero intrigante (vergonzoso?) periodo como parte de la plantilla de los Chicago White Sox de la MLB de baseball. Pero cuando eres El Mejor De Todos Los Tiempos puede que en tu primera semana de vuelta a la Liga anotes 55 puntos en el Madison Square Garden y aún así haya una corriente de opinión que diga que has perdido el karma que antes tenías. Por increíble que parezca, tanto lo uno como lo otro sucedió entonces.

Con el paso del tiempo, esas dudas fueron en realidad una bendición que permitió a los Bulls armarse de forma gradual y no instantánea. De hecho, aquella temporada regular Chicago la empezó con un balance 5 – 0, seguido de derrota, entonces otro 5 – 0 y otra derrota. Imaginemos ahora que los Miami Heat empiezan este año con un balance 10 – 2 en los 12 primeros partidos… puede que nos encontremos entonces todos preguntándonos que están haciendo mal, incluso ellos mismos.

Icono del baloncesto, su paso por el baseball fue… absurdo

QUÍMICA: Puede parecer que ésta sea la última de las preocupaciones de los Miami Heat en este momento. Al fin y al cabo, Wade, James y Bosh se morían por jugar juntos. Los Bulls de 1995-96 no nacieron de la amistad y sí de la necesidad. Jordan y Pippen entendieron al momento que debían tolerar la llegada de Dennis Rodman, aunque fuera con más resignación que entusiasmo. No en vano, después de las durísimas batallas con los propios Bulls como miembro insigne de los Bad Boys de Detroit a finales de los ’80 y principios de los ’90, Rodman tampoco sentía devoción alguna en su corazón por Jordan y Pippen, precisamente.

La relación era tan impersonal fuera de la pista que ni Jordan ni Pippen intercambiaron palabra con Rodman durante aquel training camp. “Tenemos una buena relación”, debió de pensar Rodman, tirando de su lógica única e irrepetible, “no nos hablamos, pero tenemos una buena relación”. Fue particularmente duro para Scottie Pippen dar cualquier tipo de bienvenida a Rodman en Chicago, dado que el #33 de los Bulls todavía llevaba la cicatriz en la barbilla desde los playoffs de 1991, cuando Rodman fue multado con 5.000$ por empujar a Pippen fuera de la pista y golpearse éste con las sillas de la primera fila.

Pero para Jackson, Jordan, Pippen… e incluso para el cada vez más raro Rodman, la química en un equipo nunca estuvo en caerse bien ni en ser amigos, sino en tener estilos y talentos individuales que, mezclados, resultaran beneficiosos para el conjunto. Y los Bulls tenían mucho de eso. Con esos tres, eran imparables, mejor dicho. Jordan y Pippen llevaban años formando una sociedad perfecta, y el juego de Rodman se complementaba al suyo de forma excelsa. A pesar de múltiples pecados personales y excentricidades varias (todavía hoy vigentes), no hay que olvidar que Dennis Rodman era un auténtico loco del rebote. Un estudioso convertido al virtuosismo.

Si tenía ganas, Rodman podía impartir seminarios convalidables en carreras universitarias a Jordan y Pippen sobre cómo rebotear. Dennis Rodman es, por ejemplo, el que se teñía el pelo con distintos motivos cada vez más ridículos, el que se tatuaba hasta la piel de debajo de las uñas, o el que se casó con Carmen Electra únicamente para lanzar su carrera en el cine freak. Pero también es el que se quedaba horas en el vestuario de los Bulls después de los entrenamientos viendo videos de cientos de tiros fallados por Jordan, Pippen, Kukoc o Kerr con el fin de memorizar dónde iban rebotados los balones tras tocar el aro según quien fuera el lanzador. El resultado de este metódico pero enfermizo comportamiento lo veíamos en cada partido.

Así que si bien Jordan y Pippen no eran exactamente los colegas de Rodman, sus juegos encajaban perfectamente. Por el contrario, James, Wade y Bosh puede que ya sean los Más Mejor Amigos, pero nadie puede garantizar que sus estilos cuajen sin fisuras de forma inmediata. Y si van a tener que ganar 72 o más partidos, no queda demasiado tiempo para que se conozcan y complementen como lo hacía el trío de Chicago, pues la regular season comienza en 12 días.

Profesionalidad al servicio de la franquicia. Resultado, tres anillos

LIDERAZGO: En los Bulls del ’96, todo estaba claro en este aspecto: Jordan suministraba el liderazgo que en cada ocasión se requiriera, o incluso más. Las historias sobre sus discursos motivacionales a sus compañeros o su trash talking que hundía a sus rivales son ya legendarias. En el caso de los que compartían vestuario con él, se dice que gran parte de su éxito se debe a la presión continua que tenían por no decepcionarle. Para un equilibrado balance, Phil Jackson aportaba aire fresco tras las calurosas reprimendas/charlas de His Airness. Su habilidad para mantener al grupo relajado fue también parte crucial de su liderazgo.

En cuanto a los Heat, la cuestión del liderazgo no tiene respuestas demasiado claras: Es la ciudad de Wade, pero es ya el equipo de LeBron? Cuál de las dos superestrellas diferirá más? Será suficiente? Puede Bosh encontrar suficientes tiros en un rol de tercer hombre al que jamás ha estado acostumbrado?. El tema se oscurece más todavía cuando toca hablar del liderazgo desde el banquillo. Erik Spoelstra parece más joven que muchos de sus jugadores y las dudas sobre si la presencia de Pat Riley como Presidente ayudará más que perjudicará no pueden ser esclarecidas todavía. Los Bulls, con Phil Jackson, nunca tuvieron que lidiar con estos asuntos.

Treinta-y-tantos y controlado por Riley, puede éste ser el hombre?

SUERTE: O llamémosle de otra forma, salud. O mejor aún, lesiones. De hecho ya hemos visto lo frágil que este nuevo Big Three puede llegar a ser. Llevábamos solo tres minutos del primer partido de pre-temporada cuando Wade se rompió y en lo que a James hace referencia, esta pasada madrugada ya se ha perdido su primer partido (ante los Hornets) por precaución. Un par de  detalles menores de este tipo en regular season significan definitivamente apartar a los Heat del camino de la historia del que estamos hablando.

En el ’96, Jordan tuvo la suerte de empezar todos y cada uno de los 82 partidos de la temporada regular, mientras que Pippen solo se perdió cinco. No se puede saber si la fortuna sonreirá a los Heat como sonrió a los Bulls entonces.

James y Wade en el banquillo esta madrugada en New Orleans

Así que, honestamente, demasiadas piezas deben encajar, y deprisa, si se quiere considerar seriamente la opción de que estos Miami Heat puedan batir el record de aquellos Chicago Bulls de 72 victorias en temporada regular. Es posible? Claro que sí. Pero, por el momento, conseguir esa marca, o superarla, es anotar un tiro desde una distancia desde la que ni Wade, ni James, ni Bosh lo han logrado jamás.


Manute Bol (1962 – 2010)

20/06/2010

 

Sudán no solo es el país más grande de África (tiene frontera con hasta 9 estados), sino que también es del que menos se habla. Desconozco los motivos por los que la prensa internacional lleva décadas silenciando lo que ocurre en un país en constante guerra civil desde los años ’60 y donde, por ejemplo, desde 2003 (Conflicto de Darfur) se está llevando a cabo el mayor exterminio de población negra de la era moderna sin que nadie diga ni haga nada.

Lo que sí conozco es que de Sudán llegó a la NBA en 1985 Manute Bol, quizá el jugador más singular que haya visto nunca en una pista de baloncesto. Si habéis nacido justo después de ese año, quizá este post no os dice nada. Si nacisteis antes, seguro que le recordáis: fue el jugador más alto hasta ese momento en jugar en la NBA (2,31m), pero su africana delgadez (solo 91kg) y su aparentemente extrema fragilidad le impedían sacar el máximo partido de esa, a priori, gran ventaja en nuestro deporte.

Aún así, llegó a jugar 10 años en la NBA repartidos en cuatro franquicias: Washington, Golden State, Philadelphia y Miami. A diferencia de lo que sucede ahora, esos eran años en los que los mejores jugadores de la Liga eran centers, así que, entre otros se las tuvo que ver muy a menudo con Kareem Abdul-Jabbar, Hakeem Olajuwon o David Robinson. Sin grandes logros colectivos, las dos temporadas en las que lideró las estadísticas de la NBA de tapones por partido (’85 – ’86 en Washington y ’88 – ’89 en Golden State) con 5.0 y 4.3 respectivamente quizá sean, a nivel individual, su más destacable contribución a la historia de la competición. Puede que por esa poca trascendencia en la pista, recuerdo que, de pequeño, más que otras cosas, me llamaban la atención imágenes como ésta de Manute Bol:

71 cms diferenciaban a Mugsy Bogues y Manute Bol, compañeros de equipo en los Washington Bullets en la temporada ’87 – ‘88

Con Spud Webb la diferencia “disminuía” a los 63 cms

Ya más mayor, me impresionó la habilidad que fue desarrollando para lanzar (y anotar) triples. Mejor dejar de lado la ortodoxia de su lanzamiento, pero ahí quedan los 6 triples anotados en un partido ante Phoenix Suns en la temporada ’92 – ’93. Suena a chiste, pero seguro que Bol seguirá siendo siempre el mejor lanzador de más de 2,30m de la historia de la NBA. Porque más que otra cosa, Manute Bol desprendía cariño y simpatía, como atestiguan las múltiples muestras de pésame que han mostrado ya tanto la NBA, las franquicias en las que jugó o los grandes rivales que tuvo. Manute Bol murió ayer  en Charlottesville (VA) a la temprana edad de 47 años, a causa del síndrome de Stevens – Johnson.

Uno llegaba y el otro se estaba yendo, pero Bol y Jabbar coincidieron

Pero si por algo permanecerá para siempre en el recuerdo de la NBA Manute Bol no es por lo que dio en la pista como jugador, sino por lo que ofreció fuera de ella como exjugador (como representante de la Liga) en su incansable lucha, no solo por amplificar las bondades del baloncesto en África, sino también en múltiples causas destinadas a mejorar las condiciones de vida tanto en su Sudán natal, como en los barrios más marginales de las ciudades norteamericanas que como jugador le acogieron. Generosidad extrema, seguramente originada por las dificultades de orden primario (perdió a unos 250 familiares por la guerra civil) por las que tuvo que pasar durante más de 20 años en uno de los países más pobres y, sobretodo, más peligrosos del mundo.

Sudán sigue en guerra y el exterminio en Darfur no cesa, pero al menos, Manute Bol tiene a un compatriota en la NBA (Luol Deng, Chicago Bulls) para continuar con su labor y alabar todavía más su figura.


Abdul-Jabbar Hace Que Corra El Reloj

02/06/2010

 

Tic – Tac – Tic – Tac… Sigue la tensa espera. El reloj corre más lento estos últimos días, parece que el Game 1 de las Finales de la NBA no vaya a llegar nunca. Y eso que está ya muy cerca. Suerte que de entremés la actualidad nos sirve la presencia ayer de Kareem Abdul-Jabbar en Barcelona para presentar el enfrentamiento entre FC Barcelona y Los Angeles Lakers, programado para el 7 de Octubre de este año. Cuento las horas que quedan para poder ir a ver en directo a Kobe, Pau, Lamar, Ron, Phil Jackson… en mi ciudad.

Mito viviente de la NBA, Abdul-Jabbar ayer en Barcelona

De hecho, tenía la intención de escribir un post al respecto, dadas las similitudes que se podrían encontrar al encuentro con una especie de “Copa Intercontinental” en el fútbol, pues enfrentará a Campeón de Europa y (quizá) al Campeón de la NBA. Pero viendo las imágenes del acto por TV tuve una sensación única. La sola presencia de Kareem Abdul-Jabbar, su aura, me puso los pelos de punta y me obligó a replantear el sentido de este post. Poder homenajear a esta leyenda de la Liga en este foro, es por sí solo un privilegio

Y es que cuando Kareem Abdul-Jabbar (Harlem, NYC, 1947) se retiró en 1989 a los 42 años, ningún jugador de la NBA había anotado más puntos, taponado más tiros, ganado más premios MVP, jugado en más All-Star Games o participado en más temporadas. Su lista de logros personales y de equipo es quizá la más impresionante en la historia de la Liga: miembro del Hall Of Fame (1995), seis veces campeón de la NBA (’71, ’80, ’82, ’85, ’87, ’88), seis veces MVP de la Liga (’71, ’72, ’74, ’76, ’77, ’80), dos veces MVP de las Finales (’71, ’85), diecinueve veces All-Star, diez veces All-NBA First Team, cinco veces All-Defensive First Team, dos veces máximo anotador (’71 con 31.7ppg, ’72 con 34.8ppg) y por supuesto miembro del 50 Greatest Players in NBA History (1996).

El balance final estadístico de Abdul-Jabbar en sus 20 temporadas en la NBA todavía estremece: 38.387 puntos (24.6 ppg), 17.440 rebotes (11.2 rpg), 3.189 tapones (2.0 bpg), un 55.9% en tiro de campo en sus 1.560 partidos de regular season y una increíble racha de 787 partidos consecutivos contabilizando dobles dígitos en puntos y rebotes. Además, posee ocho records de playoffs y siete de All-Star. Nadie ha conseguido más logros que Kareem Abdul-Jabbar. Todo ello, por si fuera poco, a pesar de las muchas críticas que en lo personal (tras su paso del catolicismo al Islam en 1971, de Lew Alcindor a Kareem Abdul-Jabbar) y en lo baloncestístico recibió durante muchos años.

Con el dúo Magic & Kareem, los Lakers llegaron a ocho Finales entre 1980 y 1989, ganando cinco

Sirva también el ejemplo de Abdul-Jabbar para enfatizar la histórica e inagotable rivalidad entre Boston Celtics y Los Angeles Lakers, a menos de 48 horas de que empiece su 12º enfrentamiento en unas finales. De todos los inacabables logros que Kareem atesora en su currículum, los dos anillos frente a los Celtics (’85 y ’87) son quizá los más memorables.

Especialmente significativo para Abdul-Jabbar el de 1985: A la edad de 38 años, todos los observadores daban al center de los Lakers por acabado en su enfrentamiento ante The Chief, Robert Parish. Más, después de la pobre actuación (12 puntos, 3 rebotes) de Kareem en la derrota angelina del Game 1 de aquellas Finales. 30 puntos, 17 rebotes, 8 asistencias y 3 tapones fueron su respuesta en el Game 2 que puso el empate en la serie final. Posteriormente, en los cuatro partidos restantes de aquellas históricas Finales, Abdul-Jabbar promedió 30.2 ppg, 11.3 rpg, 6.5 apg y 2.0 bpg, que le permitieron llevarse el anillo, el MVP de las Finales y, lo más importante, la reconquista del Boston Garden, donde los Lakers habían perdido el título un año antes, así como tantas otras veces durante el reinado de Bill Russell.

Dos imágenes del sexto (y último) partido de las Finales de 1985 en el Boston Garden: Ni Bird ni Parish (ni nadie) pueden parar el sky-hook de Kareem, mientras Jack Nicholson ya pasea su “lakerismo” en territorio enemigo

La retirada de Kareem Abdul-Jabbar en 1989 marcó sin duda el final de una era en la NBA y, a pesar de ser el inventor del tiro más demoledor e imparable de la historia del baloncesto, de tener un palmarés que nadie jamás podrá alcanzar, de haber sido un referente social y racial en la sociedad norteamericana, de estar ayudando a Pau Gasol en el trabajo de movimientos de center, de ser un embajador de la NBA de por vida, de su participación en varias películas de Hollywood, y tantas otras vivencias que marcaran para siempre a los que amamos esta Liga; lo que deja más huella es quizá su participación estelar en los míticos duelos de los ’80 entre Celtics y Lakers. Y mañana, por fin, nuevas páginas se escribirán en el legado de rivalidad entre las dos franquicias que más hacen brillar a la NBA en todo el mundo… y con nosotros de testigos. No puedo esperar.