Empecemos por el final: es obvio que los Miami Heat tienen talento suficiente como para igualar (o superar) el record de victorias en una regular season (72) que mantienen los Chicago Bulls de la temporada 1995-96. El trío James – Wade – Bosh puede ser tan potente como cualquiera en la historia de la NBA. Pero llegar a un balance 72 – 10 (o superarlo) como aquel requiere algo más que talento. Necesita también de toneladas de otras cualidades, como salud, generosidad, dureza (tanto mental como física), determinación y una pequeña dosis de suerte. Un equipo que reúna todos estos atributos tiene la oportunidad de hacer historia. Pero solo la oportunidad.
Así que lo inteligente sería poner nuestro dinero en que estos Miami Heat no van a entrar en los libros de los records de la Liga, aunque solo sea por el muy pequeño margen de error que tienen los de Florida. Pero no solo es eso. Hubo también un conjunto de circunstancias que hicieron de aquellos Bulls un equipo tan dominante, ahora hace 15 años. Muchas de ellas, no corren ahora a favor de Miami. Veamos cuáles son:
Por números: El mejor equipo y ¿el mejor trío? de todos los tiempos
EXPECTATIVAS: Justo desde el momento del infame (por las formas) anuncio de LeBron James de “llevar sus talentos hacia South Beach” (sic) surgieron especulaciones sobre no solo que los Heat podían llegar a ser los mejores, sino los mejores de siempre. Pueden ser una dinastía instantánea? Cuántos anillos ganarán? Qué records romperán?… y así más y más preguntas. Evidentemente, cuando en su reciente visita a Barcelona, el Comisionado David Stern dijo que en esta próxima temporada veremos en la NBA “el mejor baloncesto jamás jugado”, no se estaba refiriendo a los Timberwolves. Así que los Heat deben saber llevar unas grandes expectativas de perfección desde el día número 1, y esto puede pesar, y mucho, en el equipo.
Aquellos Bulls no debían preocuparse por alcanzar ningún nivel de expectativa cuando empezaron el training camp en el otoño de 1995. Puede sonar extraño a día de hoy, pero por aquel entonces, de hecho, nadie esperaba que Michael Jordan & Co fueran a ser tan dominantes. En realidad, era difícil saber qué había que esperar. Los tattoos y excentricidades de Dennis Rodman acababan de llegar al vestuario después de una temporada de extraño comportamiento en San Antonio, con aquel episodio inolvidable de sacarse las zapatillas durante un tiempo muerto en medio de un partido incluido. Había serias dudas de si realmente El Gusano era la pieza que faltaba en esos Bulls o más bien un experimento que podía explotar en la misma cara de Phil Jackson.
Además estaba el propio Jordan, que acababa de volver a la NBA después de aquel corto pero intrigante (vergonzoso?) periodo como parte de la plantilla de los Chicago White Sox de la MLB de baseball. Pero cuando eres El Mejor De Todos Los Tiempos puede que en tu primera semana de vuelta a la Liga anotes 55 puntos en el Madison Square Garden y aún así haya una corriente de opinión que diga que has perdido el karma que antes tenías. Por increíble que parezca, tanto lo uno como lo otro sucedió entonces.
Con el paso del tiempo, esas dudas fueron en realidad una bendición que permitió a los Bulls armarse de forma gradual y no instantánea. De hecho, aquella temporada regular Chicago la empezó con un balance 5 – 0, seguido de derrota, entonces otro 5 – 0 y otra derrota. Imaginemos ahora que los Miami Heat empiezan este año con un balance 10 – 2 en los 12 primeros partidos… puede que nos encontremos entonces todos preguntándonos que están haciendo mal, incluso ellos mismos.
Icono del baloncesto, su paso por el baseball fue… absurdo
QUÍMICA: Puede parecer que ésta sea la última de las preocupaciones de los Miami Heat en este momento. Al fin y al cabo, Wade, James y Bosh se morían por jugar juntos. Los Bulls de 1995-96 no nacieron de la amistad y sí de la necesidad. Jordan y Pippen entendieron al momento que debían tolerar la llegada de Dennis Rodman, aunque fuera con más resignación que entusiasmo. No en vano, después de las durísimas batallas con los propios Bulls como miembro insigne de los Bad Boys de Detroit a finales de los ’80 y principios de los ’90, Rodman tampoco sentía devoción alguna en su corazón por Jordan y Pippen, precisamente.
La relación era tan impersonal fuera de la pista que ni Jordan ni Pippen intercambiaron palabra con Rodman durante aquel training camp. “Tenemos una buena relación”, debió de pensar Rodman, tirando de su lógica única e irrepetible, “no nos hablamos, pero tenemos una buena relación”. Fue particularmente duro para Scottie Pippen dar cualquier tipo de bienvenida a Rodman en Chicago, dado que el #33 de los Bulls todavía llevaba la cicatriz en la barbilla desde los playoffs de 1991, cuando Rodman fue multado con 5.000$ por empujar a Pippen fuera de la pista y golpearse éste con las sillas de la primera fila.
Pero para Jackson, Jordan, Pippen… e incluso para el cada vez más raro Rodman, la química en un equipo nunca estuvo en caerse bien ni en ser amigos, sino en tener estilos y talentos individuales que, mezclados, resultaran beneficiosos para el conjunto. Y los Bulls tenían mucho de eso. Con esos tres, eran imparables, mejor dicho. Jordan y Pippen llevaban años formando una sociedad perfecta, y el juego de Rodman se complementaba al suyo de forma excelsa. A pesar de múltiples pecados personales y excentricidades varias (todavía hoy vigentes), no hay que olvidar que Dennis Rodman era un auténtico loco del rebote. Un estudioso convertido al virtuosismo.
Si tenía ganas, Rodman podía impartir seminarios convalidables en carreras universitarias a Jordan y Pippen sobre cómo rebotear. Dennis Rodman es, por ejemplo, el que se teñía el pelo con distintos motivos cada vez más ridículos, el que se tatuaba hasta la piel de debajo de las uñas, o el que se casó con Carmen Electra únicamente para lanzar su carrera en el cine freak. Pero también es el que se quedaba horas en el vestuario de los Bulls después de los entrenamientos viendo videos de cientos de tiros fallados por Jordan, Pippen, Kukoc o Kerr con el fin de memorizar dónde iban rebotados los balones tras tocar el aro según quien fuera el lanzador. El resultado de este metódico pero enfermizo comportamiento lo veíamos en cada partido.
Así que si bien Jordan y Pippen no eran exactamente los colegas de Rodman, sus juegos encajaban perfectamente. Por el contrario, James, Wade y Bosh puede que ya sean los Más Mejor Amigos, pero nadie puede garantizar que sus estilos cuajen sin fisuras de forma inmediata. Y si van a tener que ganar 72 o más partidos, no queda demasiado tiempo para que se conozcan y complementen como lo hacía el trío de Chicago, pues la regular season comienza en 12 días.
Profesionalidad al servicio de la franquicia. Resultado, tres anillos
LIDERAZGO: En los Bulls del ’96, todo estaba claro en este aspecto: Jordan suministraba el liderazgo que en cada ocasión se requiriera, o incluso más. Las historias sobre sus discursos motivacionales a sus compañeros o su trash talking que hundía a sus rivales son ya legendarias. En el caso de los que compartían vestuario con él, se dice que gran parte de su éxito se debe a la presión continua que tenían por no decepcionarle. Para un equilibrado balance, Phil Jackson aportaba aire fresco tras las calurosas reprimendas/charlas de His Airness. Su habilidad para mantener al grupo relajado fue también parte crucial de su liderazgo.
En cuanto a los Heat, la cuestión del liderazgo no tiene respuestas demasiado claras: Es la ciudad de Wade, pero es ya el equipo de LeBron? Cuál de las dos superestrellas diferirá más? Será suficiente? Puede Bosh encontrar suficientes tiros en un rol de tercer hombre al que jamás ha estado acostumbrado?. El tema se oscurece más todavía cuando toca hablar del liderazgo desde el banquillo. Erik Spoelstra parece más joven que muchos de sus jugadores y las dudas sobre si la presencia de Pat Riley como Presidente ayudará más que perjudicará no pueden ser esclarecidas todavía. Los Bulls, con Phil Jackson, nunca tuvieron que lidiar con estos asuntos.
Treinta-y-tantos y controlado por Riley, puede éste ser el hombre?
SUERTE: O llamémosle de otra forma, salud. O mejor aún, lesiones. De hecho ya hemos visto lo frágil que este nuevo Big Three puede llegar a ser. Llevábamos solo tres minutos del primer partido de pre-temporada cuando Wade se rompió y en lo que a James hace referencia, esta pasada madrugada ya se ha perdido su primer partido (ante los Hornets) por precaución. Un par de detalles menores de este tipo en regular season significan definitivamente apartar a los Heat del camino de la historia del que estamos hablando.
En el ’96, Jordan tuvo la suerte de empezar todos y cada uno de los 82 partidos de la temporada regular, mientras que Pippen solo se perdió cinco. No se puede saber si la fortuna sonreirá a los Heat como sonrió a los Bulls entonces.
James y Wade en el banquillo esta madrugada en New Orleans
Así que, honestamente, demasiadas piezas deben encajar, y deprisa, si se quiere considerar seriamente la opción de que estos Miami Heat puedan batir el record de aquellos Chicago Bulls de 72 victorias en temporada regular. Es posible? Claro que sí. Pero, por el momento, conseguir esa marca, o superarla, es anotar un tiro desde una distancia desde la que ni Wade, ni James, ni Bosh lo han logrado jamás.