Phil Johnson, su eterna mano derecha, y Jerry Sloan despidiéndose
La voz rota y lágrimas en los ojos. Así se despidió Jerry Sloan del baloncesto profesional en Utah. Una versión muy distinta del hasta ayer coach de los Jazz a la que hemos visto en sus impecables 23 años de servicio en Salt Lake City.
Nunca antes lo vimos superado por las emociones mientras se convertía en el único entrenador en la historia de la NBA en conseguir más de 1.000 victorias con un mismo equipo. O cuando lo único que se interpuso en su camino para convertirse por dos veces consecutivas en campeón de la NBA fue un jugador llamado Michael Jordan. Pero los sentimientos le pudieron ayer en la rueda de prensa en la que se despedía de una franquicia de la que ya es una institución tan grande como lo son John Stockton o Karl Malone.
Sloan & Johnson, con Stockton. Finales de los ’90: los mejores años
No hubo emoción o sentimientos a flor de piel, en cambio, cuando le preguntaron por los rumores que indican que su marcha se debe a la pérdida de la batalla abierta que al parecer tenía con la estrella del equipo, el base Deron Williams. Los máximos dirigentes de los Jazz hicieron cuanto pudieron por tirar agua al fuego a la evidencia de que la relación entre Sloan y Williams se venía deteriorando exponencialmente en las últimas semanas.
Puede que sea algo criminal decir que Williams ha empujado a Sloan al abismo, puesto que por muy buena carrera que lleve D-Will en Utah (que la lleva), le faltaba todavía mucho currículum para poder tener el mismo nivel de autoridad de Sloan con la familia Miller, propietaria de la única franquicia profesional del estado de Utah.
Dice el Salt Lake City Tribune que esto es lo que venía pasando: Williams presionaba off the record al staff técnico de Sloan para que diera más minutos a los miembros más jóvenes del roster de los Jazz, especialmente a C.J. Miles. Sloan, por su parte, estaba comprometido consigo mismo a seguir luchando principalmente con los veteranos en los que él tanto confiaba (léase, Raja Bell o Andrei Kirilenko). Es precisamente la, según algunos miembros de la plantilla de Utah, excesiva confianza que mostraba al ruso nacionalizado norteamericano lo que irritaba más, viendo como AK47 acumulaba lesiones y se ausentaba ocasional y misteriosamente de algunos partidos. Conflicto interno, en resumen. Pero hay más.
El privilegiado trato de Sloan a AK47 está ahora sobre la mesa
Se acusa a Sloan de no haber modificado el ritmo de juego a media pista que triunfó a finales de los ’90 con Stockton y Malone como piedras angulares y que llevó a los Jazz a dos finales consecutivas de la NBA. Williams no tragaba con eso, y parece que insistía en cambiar algunos sistemas en busca de una aceleración del ritmo de los partidos. Puede que Deron Williams utilizara este argumento para salir de los Jazz en dos años, cuando se convierta en agente libre.
Pero la gota que colmó el vaso llegó el miércoles, tras la derrota de los Jazz en casa ante la bestia negra en la longeva carrera de entrenador de Sloan y, curiosamente, la franquicia en la que triunfó como jugador: Chicago Bulls. Ese 86 – 91 no solo evidenció el error de la venta de Carlos Boozer, sino que fue la 10º derrota en los últimos 14 partidos de los Jazz. Dicen que después de ese partido, hubo una intensa reunión en los despachos del Energy Solutions Arena, en la que Sloan evidenció en boca de los dirigentes de la franquicia que el malestar de algunos de sus jugadores con su figura venía ya de lejos.
¿Culpable?. Al menos esto apuntan los medios de Utah
¿Qué se puede esperar entonces de un entrenador tan recto que prohibía a sus jugadores entrenar sin camiseta?. Hasta aquí podía llegar Sloan, pero ya no más. No iba a pensárselo unos días ni a presentarse al siguiente entrenamiento. No con unos jugadores que ahora sabía que no estaban de su lado, más cuando su exitoso método se basa en una exigencia y servitud casi militar de los jugadores respecto al entrenador. No había otra salida que la marcha del técnico ante la rebelión interna que entonces vislumbró. Coherencia, casi tanta como elegancia. Ni una mala palabra de Sloan en su rueda de prensa de despedida de ayer hacia Deron Williams. Ni un reproche.
Parece difícil tras 26 años de vinculación, pero la vida continúa y hoy saldrá el sol también en Salt Lake City. Tal como sucedió con el propio Jerry Sloan en 1988 cuando dejó la silla de assistant coach para ocupar la de entrenador jefe, mañana será Tyrone Corbin quien deje vacante su silla de asistente para pasar a ser el nuevo y debutante coach de Utah Jazz.
Johnson & Sloan lo dejan. Corbin (centro) está ahora al mando
Hoy se podrán leer en todos los mass media norteamericanos centenares de datos impresionantes que resumen el enorme éxito y carácter competitivo del entrenador de Illinois con la franquicia de Salt Lake City. Signifiquemos aquí, sin embargo, dos tremendas injusticias: nunca ganó un anillo como entrenador (la causa, llevaba el #23 de los Chicago Bulls) y nunca, aunque parezca increíble, se llevó el trofeo de Coach Of The Year (quizá porque muchos creían equivocadamente que el equipo funcionaba solo, gracias a la presencia de Stockton y Malone). Se habla hoy ya de honrar a Sloan permitiéndole que dirija al equipo de la Conferencia Oeste en el próximo All-Star Game, sin saber que eso no va a suceder no tan solo porque sería un parche que el reglamento no permite, sino porque el propio Sloan jamás aceptaría tal proposición.
Así es uno de los mejores entrenadores de la historia de la NBA, y gracias a ello principalmente llegaron los éxitos. La Liga nunca será lo mismo. Admitámoslo, nunca nadie ha hecho demasiado caso mediático a los Jazz. Siempre había historias más dramáticas, a menudo más ridículas o vendibles, que lo que pasaba en el rutinario vestuario de Utah. Pero los Jazz han funcionado siempre única y exclusivamente porque Sloan lo hacía funcionar así. Este es su legado en Utah.
Toda una vida: de jugador en los Bulls, en el debut como coach con Utah y en uno de sus últimos encuentros
Afortunadamente, al menos, obtuvo en el verano de 2009 el reconocimiento que merece al ser nombrado para el Hall Of Fame, el mismo año en que lo fue, precisamente, Michael Jordan. Siempre desde la humildad y el trabajo duro, hasta en esta “competición” contra His Airness, Sloan no pudo más que acabar segundo.
2009 Hall Of Famer: capítulo final de una carrera para enmarcar