Solo estamos en Enero, así que queda todavía mucho baloncesto por jugar en esta temporada 2010-11. Pero ya es tarde para empezar a reconocer que Derrick Rose es un legítimo candidato a Most Valuable Player este año.
Remontémonos en este parágrafo al mes de Septiembre. Un comentario, envuelto en forma de pregunta, del propio Rose a los medios en el Media Day de los Bulls previo al inicio de los entrenamientos. Y si uno sabe de Rose, se habrá ya dado cuenta que habla poco, pero que todo lo que dice lo dice muy en serio: “Tal como yo lo veo, ¿porqué no puedo ser el MVP de la Liga?. ¿Porqué no puedo ser el mejor jugador de la NBA?. No veo porque no. Trabajo muy duro, mi pasión está en el juego y estoy sacrificando muchas cosas para ello”.
Al día siguiente, todos los críticos de Rose se agremiaron contra él. “Este chico está loco”, o “¿Quién se cree que es?” fueron comentarios recurrentes en los mainstream periodísticos deportivos americanos. Mientras tanto, en vez de dejarle de lado y listar todas las razones por las que, supuestamente, Rose no puede ser este mismo año MVP, la revista SLAM preparaba un extenso artículo dedicado al guard de Chicago, al tiempo que realizaba una sesión de fotos exclusiva que le ha colocado en su portada del mes de Diciembre, bajo un epígrafe más que significativo: “No es una tontería. Derrick Rose quiere ser el MVP”.
No sabe tirar. Su ratio de asistencias por partido es bajo. No puede llevar a un equipo. No es un verdadero base. No sabe crear situaciones para otros. No es un líder. Es solo el Allen Iverson o el Steve Francis versión 2.0. LeBron James, Kevin Durant, Dirk Nowitzki o Chris Paul son mejores que él…
…Pero eso era Septiembre. Cuatro meses después ya nadie puede negar que Derrick Rose está haciendo méritos para ser nombrado por primera vez (en solo su tercera temporada como profesional) como el mejor jugador de la Liga, siempre que no le visiten las lesiones y sus Bulls continúen almacenando victorias. El galardón del MVP, al final, no es más que una enorme escalera que, mediante un premio al rendimiento individual, hace subir varios peldaños a la vez en el edificio de la popularidad. Pero cierto es también que no solo vale con el éxito particular del jugador, sino que es condición necesaria también una extrapolación de ese buen rendimiento individual hacia los logros colectivos. Este año, Rose cumple con ambos elementos de la ecuación.
Su porcentaje de tiro ha disminuido ligeramente (48.9% la temporada pasada, 45.6% esta), pero su acierto desde la linea de tres ha aumentado más que significativamente. El año pasado estuvo en un putrefacto 26.7%; pero en lo que va de esta regular season lleva un muy mejorado 37.7% en triples. Once puntos más. Algo que, admitámoslo, nadie esperaba que sucediera.
Penetraciones tan efectivas como inverosímiles, como siempre
Aún saltando demasiado para lanzar, acierto en triples, más que nunca
Hay más. Rose está sin duda también distribuyendo mucho mejor el balón. En sus dos primeras temporadas NBA, Rose promedió algo más de 6.0apg; lo que, a ojos de muchos, representaba poco para un base. Pero este año, su ratio ha aumentado hasta las 8.1apg, debido tanto a la adquisición por parte de la franquicia de un jugador como Carlos Boozer para el poste alto, como a los nuevos sistemas ofensivos que propugna el nuevo coach de los Bulls, Tom Thibodeau, en lo cuales se pone el énfasis en el ritmo de juego mediante una rápida circulación del balón, así como en la presencia constante de jugadores abiertos, dada la velocidad y capacidad de penetración y de doblar buenos balones de Rose.
Rose también promedia esta temporada más de un robo por partido, ratio al que nunca llegó en sus dos primeros años en la NBA. Sus rebotes por partido también han aumentado (4.5 este año por 3.8 el pasado), así como su anotación (20.8ppg en la 09-10, 24.3ppg en la 10-11).
Pero hay algo más importante que este aumento en casi todas las categorías individuales del juego: los Bulls están ganando. Chicago se encuentra a día de hoy tercero del Eastern (25 – 12), lo que significa la mejor clasificación tras 37 partidos desde que ganaron su último anillo en 1998, cuando un tal Michael Jordan todavía impresionaba al mundo. Y aunque algunos atribuyen este éxito a los reconocidos sistemas defensivos que ha aportado Thibodeau y a la incorporación de Boozer, el extraordinario juego que está desarrollando Derrick Rose es el auténtico y más sólido pilar sobre el que se sustenta el éxito de la franquicia de Illinois.
Referente del United Center. Próximo objetivo: la NBA
Su mejora no ha pasado desapercibida por, por ejemplo, Kobe Bryant, quizá el jugador al que Rose más admira. Recientemente, el #24 de los Lakers hablaba así de Rose: “El cielo es el límite para el. Puedes ver ahora como con la mejora que ha experimentado en el tiro de un año a otro, su juego realmente ha subido a otro nivel. Esto, junto con su gran ética de trabajo, hace que Rose esté ya llamando a la puerta de la élite”. Amén.
Sí, muchos le tacharon de chiflado cuando le oyeron declarar lo que declaró en Septiembre. Pero Rose ha demostrado en tan solo cuatro meses tener lo que más se requiere para poder ser una megaestrella NBA que aspira cada año al MVP: confianza en sí mismo. La lección (es el éxito colectivo lo que te hace llegar a lo más alto) está aprendida. El reto (ser el segundo jugador en la historia de los Bulls en conseguir el Maurice Podoloff Trophy como MVP de la temporada) está lanzado.