Rudy: Classified File

 

Rudy Fernández está metido en un buen lío. No hace mucho considerado uno de los valores del baloncesto europeo cuyas características mejor se adaptaban a la NBA, el presente del #5 de los Trail Blazers en la Liga se adivina complicado, pero el futuro, por increíble que parezca, ni tan siquiera nadie se atreve a intentar adivinarlo. Considerar la (más que posible) vuelta al continente será reconocer el fracaso, aunque seguro que ni él ni su entorno lo admitirán y lo disfrazarán de cualquier otra motivación. Ésta no nos la vamos a tragar, Rudy.

Qué ha sucedido? Vamos por partes. La culpa no hay que buscarla en una precipitación suya ni de sus agentes de cruzar el charco e intentar la aventura en la mejor liga del mundo para competir codo con codo con los mejores jugadores del planeta. Que sus características de juego eran carne de NBA (a pesar de un cuerpo demasiado enclenque, cosa que, por cierto, él mismo no se ha esforzado en mejorar) era evidente, pero nadie contaba con el impedimento principal: falta de motivación, de carácter para superar (o intentarlo) situaciones adversas. En Europa, su talento y liderazgo en el equipo falseaban la realidad. En América, con jugadores más talentosos que él en su mismo vestuario, las vergüenzas han salido al descubierto.

No se puede admitir que a un profesional del baloncesto de su clase, su agilidad, su rápido y certero tiro, su salto… le falte motivación. Que yo recuerde, desde el primer mes en que Fernández aterrizó en Oregon allá por 2008, le oímos quejarse (en mayor o menor medida) de falta de confianza de su entrenador hacia él, de falta de minutos, de falta de balones (nunca ha podido con el liderazgo de Brandon Roy en la franquicia)… hasta de falta de entendimiento de sus compañeros a él (en forma, a menudo, de alabanza hacia cómo Sergio Rodríguez sí le entendía). Quejas, quejas y más quejas. De lo que nunca oímos hacer referencia a Rudy es que todavía puede dar gracias de haber caído en la ciudad con la afición más genuina, fiel y maravillosa de todo el país. De no ser en Portland, en otra ciudad, otro estado y otra franquicia, las consecuencias de su comportamiento (a menudo de negatividad) se habrían terminado antes y, seguro, de otra forma.

Bien, de acuerdo, el problema del idioma le ha perjudicado. Quizá no haberse cerrado tanto en su primer año con «El Chacho» le habría venido bien para su inglés. Con Rodríguez fuera del equipo, quién le echa una mano ahora? De carácter cerrado, solitario y en ocasiones chulesco, Rudy no congenió con Nate McMillan, coach de los Blazers, desde el principio. McMillan, con 12 años de experiencia como jugador de nivel medio-alto, valora la actitud del jugador (como la que él sí tuvo) por encima de las calidades predeterminadas. Pero aún así, el destino le tenía preparada a Rudy una última (e injusta?) oportunidad. La lesión de la estrella del equipo, Brandon Roy, justo antes de playoffs le aupaba a la titularidad cuando todas las cámaras del mundo le enfocaban. Era el momento de reivindicarse y demostrarnos que estábamos equivocados con el mallorquín. La moneda al aire, de nuevo, ha salido cruz.

Este es uno de los cuatro triples anotados en su (único) partido bueno de esta serie, el Game 3

Titular en los tres primeros partidos de la serie, los minutos de Rudy en pista han ido decreciendo en la serie hasta llegar a los 8 del Game 4. Resulta alarmante ver que su actitud en cancha roza el pasotismo. Sin Roy, las oportunidades de tiro de todos los jugadores de Portland han aumentado, menos las suyas. En los cinco partidos hasta ahora disputados en estos playoffs, 19.8 minutos de media (en el Game 4 y 5 ya con la titularidad perdida), y unos paupérrimos 5.0ppg, 1.6rpg y 1.4 apg de media. Peor aún, en un total de 99 minutos de juego en la serie, solo 21 tiros a canasta, 7 anotados. Poco acierto se acepta, menos participación (Game 5, 15 minutos en pista, un tiro…y fallado) se denuncia.

Suerte para los fans de la Rip City que Jerryd Bayless, tercer hombre en la rotación en el puesto de escolta después de Roy y Rudy, ha pasado de sustituto a imprescindible, gracias a la enorme aportación de todos aquellos aspectos motivacionales y de superación que Rudy desconoce. Titular ya desde el Game 4, Bayless (13.8ppg en 27 minutos de media en la serie) ha dejado para siempre en evidencia a Rudy, con las excusas de si Sergio Rodríguez, si Nate McMillan, si falta de entendimiento, si falta de balones, si falta de minutos importantes… ya agotadas. 

Aunque desenfocado, los fans de los Suns ponen el foco en descentrar a Bayless en unos tiros libres del Game 5

Así que sin excusas, Rudy siempre podrá volver a Europa donde más de un gran equipo lo recibirá con los brazos abiertos… y los bolsillos vacíos. Veremos si Fernández se encapricha por la buena vida que dan los (muchos) dólares americanos mientras sigue maquillando sus pobres actuaciones con distintos pretextos, o, de una vez por todas, se centra, vuelve al continente y prioriza el baloncesto aunque sea con (menos) euros europeos. Sirva el ejemplo de Juan Carlos Navarro.

 

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